Monday, January 4, 2010

El Jugador ante el Espejo, última novela de Martín Cid


Acaba de caer en mis manos la que será última –por el momento- novela de Martín Cid. Lleva por título “El Jugador Ante el Espejo” y trata… bueno, imposible describir el contenido en unas pocas líneas debido a la multiplicidad de tramas y ejes.
Si ya en Un Siglo de Cenizas el autor jugaba con los diferentes puntos de vista en un evidente guiño a Faulkner, aquí la apuesta es aún más arriesgada. ¿Dónde nace el relato? En la propia libertad de interpretación del lector y en la libertad última del protagonista, un tal William Wilson que lidera la Santa Compaña. El texto se retuerce para convertir al lector en un autor improvisado que se siente en principio perdido para luego caer en la fascinación de las letras poéticas, en lo inquietante de un mundo nuevo encerrado en sí mismo y, a la vez, presa de una aparente falta de lógica.
Y es que la libertad en el texto es la libertad en el método compositivo y la huída definitiva de los cánones establecidos. No se hace difícil su lectura sin embargo, más bien nos sumerge en el abismo de lo inesperado e inquietante, en un mundo que cambia con la misma rapidez que tarda en desvanecerse.
Comprendemos primeramente que cinco individuos jugarán una partida de póker. Extraño ya en su comienzo, las letras viajan libres a través de los mitos y las formas clásicas para metamorfosearse en pálidos recuerdos de la que parece ser una civilización perdida en un libro que escribe el propio Wilson. Tiene este libro la terrible capacidad de la premonición: todo lo que en él se escribe ha de cumplirse indefectiblemente. El libro, que a su vez es el libro que el propio lector está creando, muta y se recrea en párrafos brillantes de leitmotiv suave y cadencioso. ¿Dónde está el final? Abrumados, nos sentimos partícipes de un mundo que se crea a la vez que el lector devora sus páginas anonadado y confundido, buscando escapar de esa terrible libertad que el propio libro ha dado al hombre: el libre albedrío.
¿Dónde está nuestro final? En el propio comienzo, en la génesis de un relato que se niega a desaparecer y que busca en vano su final.
¿Por qué siento ahora tanto miedo? Es el jugador, que ha comprendido por fin, ante un espejo, la raíz última de su existencia: ser libre, personaje liberado al fin de una creación en marcha.
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http://www.martincid.com